Nunca subestimes el poder de una tarjeta de visita. No es sólo un trozo de papel; es una eficaz herramienta de marca personal. Mucha gente cree que repartiendo un mayor número de tarjetas puede incrementar su base de clientes o llegar a encontrar trabajo. Quizá a alguien le funcione, pero lo correcto es darlas de forma natural, en el momento preciso y a la persona adecuada.
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