Nunca subestimes el poder de una tarjeta de visita. No es sólo un trozo de papel; es una eficaz herramienta de marca personal. Mucha gente cree que repartiendo un mayor número de tarjetas puede incrementar su base de clientes o llegar a encontrar trabajo. Quizá a alguien le funcione, pero lo correcto es darlas de forma natural, en el momento preciso y a la persona adecuada.
En el post Cómo diseñar y utilizar efectivamente las tarjetas de visita ya vimos varios consejos prácticos sobre cómo potenciar la efectividad de esta herramienta de networking. Ahora toca el turno de analizar prácticas incorrectas a través de mi propia experiencia como asistente de eventos.
Recuerdo una conferencia de Social Media en la que, hablando con algunos de los asistentes de modo informal, nos explicamos a qué nos dedicábamos. Uno de ellos dijo que tenía una agencia de turismo en Madrid. El nombre de la compañía era difícil de recordar, por lo que le pedí una tarjeta por si algún día quisiera ver el tipo de excursiones que hacían. Mi sorpresa fue mayúscula al escuchar su respuesta: “no tengo tarjetas de visitas. No sirven para nada“. En mi caso, de habérmela dado, habría tenido anotado el nombre y la web de la empresa, habría consultado sus servicios y, probablemente, habría contratado una excursión. Pero al no haberme facilitado ninguna tarjeta, dejó escapar un potencial cliente. Aún me pregunto cómo los empresarios no se dan cuenta de estas cosas…
Otro ejemplo que me llamó la atención, ocurrió en una jornada de networking. Los organizadores de la sesión habían colocado en la mesa de cada asistente documentación y folletos de las empresas patrocinadoras. A falta de que nos dijeran que ya podíamos ocupar nuestros asientos, una de las chicas que asistió a la conferencia empezó a dejar su tarjeta de visita en cada una de las mesas. Justo en ese momento, una chica de la organización se percató y le llamó la atención diciéndole: “no puedes dejar tu tarjeta de visita en las mesas, porque se confundiría con la documentación proporcionada por los patrocinadores del evento. Además, lo interesante de una jornada de networking es que interactúes con el resto de asistentes y seas tú misma quien entregue tu tarjeta de visita“. Moraleja: usa la lógica y no quieras acaparar un evento. Si estás en una jornada de networking, ¡interactúa!
Las prácticas incorrectas a veces llegan a límites sorprendentes. En un evento de coaching empresarial, una de las asistentes empezó a repartir tarjetas de visita indiscriminadamente. Tanto es así, que se dirigía a ti, se presentaba, te daba su tarjeta y se iba soltar el mismo speech a otra persona. ¡Sin esperar una respuesta por parte del otro interlocutor! Literalmente, te dejaba con la palabra en la boca. ¿Resultado? Networking cero, impresión negativa y una tarjeta de visita que acabó en la basura.
En definitiva, no basta con que el diseño de una tarjeta de visita sea atractivo visualmente. Su verdadero poder radica en entregarlas de forma natural a personas que, en la mayoría de los casos, comparten intereses profesionales comunes. Y tú, ¿has sigo testigo de más prácticas erróneas a la hora de intercambiar tarjetas de visita? Tu testimonio puede ayudar a otras personas 😉
7 comentarios
Me ha gustado mucho tu artículo Marta, porque es cierto que muchas personas lo usan como un folleto y las reparten indiscriminadamente. Lo más importante es hacer networking y luego decidir a quién le puede interesar tus servicios para que no terminen en la basura. Personalmente, yo las suelo dar cuando estoy acabando una conversación y considero que puede ser de su interés para esa persona. Un saludo 🙂
Gracias por tu comentario Carlos. Yo también considero que es más efectivo dar la tarjeta después de una conversación (si es que se comparten intereses profesionales comunes o pueden llegar a existir sinergías). Un saludo.
Lo de dar las tarjetas de visita a granel sí que lo he visto, como si fueran folletos, a la entrada de algún evento que otro. Da una muy pobre impresión.
Así es RaMGon, ese tipo de actuación da muy mala impresión y desmerece la opinión externa que los demás puedan tener de ti. Gracias por tu aportación al debate. Un saludo.
Hola Marta.
Buen post. Personalmente opino que el uso correcto de las tarjetas es muy importante y sólo te lo da la experiencia. Sólo difiero de tus consejos en que absolutamente todas las tarjetas deberían de llevar tu foto y ésta debería ser una imagen muy cuidada. Es muy facil olvidarse de las caras y con el tiempo nadie se acuerda de tí a no ser que tu tarjeta se la recuerde. En mi compañía, todas las tarjetas llevan tu retrato y cuando las entregas, todo el mundo las mira y comenta: “Mira con foto, qué buena idea”…¿y por qué seguimos sin poner foto entonces?
Me ha llegado a pasar, que en reuniones con empresas clientes, aunque con un compañero-a de mi contacto, me dijeran que me conocían por la foto de mi tarjeta de su compañero-a. Eso no tiene precio y te adeguro que se acuerdan de tí y de tu marca.
Saludos cordiales Marta!.
Hola Celso, gracias por tu comentario. La opción de que la tarjeta de visita incluya una foto no es ni mucho menos obligatoria. Depende también del sector en el que trabajes. Es especialmente recomendable en oficios en los que tú mismo eres tu marca personal. En casos como este, hace que la información proporcionada sea más fácilmente reconocible para el receptor de la tarjeta. Un saludo.
Mucha gente deja su tarjeta de visita sin pensar en lo que hace. Dejando tu tarjeta regalas a los demàs una imagen de tu mismo y es mucho mejor hacerlo bien. Esto significa que la tarjeta no solo tiene que ser bonita si no tambien practica, es necesario que represente correctamente tu persona y tu actividad de manera profesional. Asì puedes estar seguro que la tarjeta de visita serà lo màs funcional.